miércoles, 5 de junio de 2013

Aprender moviendose

El cuerpo pasa a ser parte fundamental de la comunicación en esta actividad. La idea era poder comunicar cualquier cosa a través del cuerpo. Una actividad que realizamos fue saludarnos solo con un apretón de manos y la vista fija en la mirada de la otra persona. Otra era tocando, por ejemplo, la oreja o la mejilla del compañero acompañado siempre de una mirada fija a los ojos y una sonrisa dependiendo de lo que debíamos transmitir. Luego de realizar la actividad comenzamos a trabajar con todo el cuerpo, por ejemplo, movíamos la cabeza, los hombros, los brazos, las manos, las piernas, los pies etc.
Esta actividad me ayudo a entender que las partes de mi cuerpo son individuales. Lo que me dejo clarísimo esto fue en el movimiento de manos. Cuando deje que la mano se “mandara sola” la vi en su máximo esplendor, independiente, casi la vi volar… se sentía bien.  El no tener claro eso me hizo pensar que estoy dando prioridad a algunas partes de mi cuerpo y a otras no. Las manos son un instrumento  que necesito a diario en demasiadas ocasiones, pero no le estoy dando los cuidados necesarios para que sea incluso más ágil de lo que ya lo es.
Al terminar esta actividad la profesora pidió que nos ordenáramos por Rut. Cuando escuché lo quería pensé “¿se habrá equivocado?” y veo a mis compañeros gritando números. Era lógico que nadie se iba a entender algo de lo que decían, entonces comenzaron a aparecer manos con números. Ni siquiera fue necesario especificar qué número era el que estaban indicando, todos nos dimos por aludidos. Todos con las manos arriba con su número buscando al los que compartían esos dígitos. Ya dentro del pequeño grupo nos decíamos los números que seguían para poder ordenarnos como correspondía. Contrario a lo que pensé, el tiempo que nos demoramos en ordenarnos fue corto. Mucho menos de lo que pensé que sería. Y todo gracias a que entendimos que por medio de la voz y los gritos todos se anularían y al final nadie entendería nada. Bastaron unos pocos segundos para que las manos aparecieran arriba y los grupos se conformaran.
No estamos acostumbrados a utilizar nuestro cuerpo. Cuando hablamos no utilizamos ademanes y la conversación se torna aburrida. A modo de mea culpa, los ademanes en mis conversaciones son escasos. Podría ser por miedo  al ridículo, o por no saber manejar el cuerpo y tener el control sobre los movimientos que queremos realizar para revivir alguna situación o para que la conversación sea más entendible.  Consciente de mis falencias, en los CFG que postule años anteriores quede en “habilidades expresivas”. Allí practicábamos los matices de la voz, el control de los nervios y tics y el control y manejo del cuerpo en el escenario o frente a las personas frente a alguna disertación o exposición. La idea era que al final del curso pudiéramos tener una buena modulación, tono de voz, manejo corporal y del espacio. 

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